□ MIRA ESTAS LUCES
Lucreciana sostenía una cajita blanca y pequeña, cuadrada y fina. Robb se colocó cerca de su hombro para apreciar aquel objeto. Las manos de Lucreciana se movieron para abrirla pero cuando sus dedos rozaron los bordes rápidamente ocultaron la caja. —¿Qué es? Robb parpadeó varias veces. —¿Cómo que qué es? —Te pregunto que qué es. —Lucreciana… —¡Venga! ¿No te he dicho que era un juego? Estamos jugando. —De acuerdo. Responderé a tu pregunta. ¡Pf! Como si pudiera saberlo. —Tú responde. Robb pasó la vista del rostro de Lucreciana a sus manos cerradas alrededor de la cajita cuadrada. ¿Qué podría haber dentro? —Mmm… veamos… Lucreciana suspiraba de impaciencia. En un minuto se concentró tanta intensidad por el compromiso de tener que decir algo que la integridad de la imaginación de Robb ya estaba por los suelos. Finalmente, dijo: —¿Son entradas para el Gran Teatro? —No —respondió Lucreciana con soltura. Robb empezó